20 mayo 2008

Mobiliario de lujo o como los ciudadanos pagamos por caprichos


El pasado viernes 16 de mayo salía en el periódico El Día un amplio artículo titulado Un mobiliario de lujo en las páginas de La Laguna, de esos que más que información son un publireportaje, y que firmado con la iniciales F.A.F. hacía referencia al gasto en mobiliario urbano en la próxima peatonalización de la calle San Juan del Casco Histórico de La Laguna. La tan traída y llevada retirada de las farolas fernandinas, que desde mediados de los ochenta del siglo pasado habían llegado a ser la imagen casi corporativa del Casco Histórico, han acabado siendo retiradas por un gesto autoritario de la concejala de Patrimonio Cruci Díaz que dejaba para papel higiénico las miles de firmas con las que los ciudadanos se han mostrado en contra de este cambio. Y no es por cuestionar aquí si unas u otras farolas son más adecuadas desde un punto de vista estético o histórico sino que lo que resulta aberrante es la falta de sentido democrático del equipo de gobierno que no ha sido capaz de mantener un simple debate en torno a este asunto. Aún así nos encontramos con que las nuevas farolas son los elementos más económicos del mobiliario urbano del Casco Histórico. En concreto cada una cuesta 1.254,81 y sabiendo que en la calle San Juan hay 13 puntos de luz el coste total será de 16.312,53 euros.



En segundo lugar están los bancos hechos de parte de madera sobre forjado que no cuentan con respaldo. Se van a poner 14 a un precio la unidad de 1.306,50 euros lo que hace un total de 18.291 euros de coste total para el contribuyente.


Lo que ya resulta chocante, en comparación a la hechura y al coste, es el precio de cada una de las 20 papeleras que se van a poner, que por cierto la gente en general no las suele usar, al precio de 1.429,69 euros. El total sería, pues, de 28.593,80 euros.

En el citado texto se deja bien claro que el mobiliario de la calle que se va a peatonalizar no es de metales nobles ni nada por el estilo sino idéntico al que ya está por muchos rincones del Casco por lo que para esta entrada sólo he tenido que fotografiar los elementos que ya están por todos los rincones. La suma de todos juntos dan un total de 63.197,33 euros, unos 10,5 millones de las antiguas pesetas, que vamos a tener que pagar todos los contribuyentes y que, como bien ha dicho mi amigo Andrés, no es lo que valen sino lo que se paga por todo ello. Una cosa está clara, o en el artículo de El día hay errores tipográficos, que bien pudiera ser, o desde Patrimonio se está tomando el pelo a todos los ciudadanos mientras que alguien se está forrando sin hacer mucho esfuerzo a costa del contribuyente.

En otros lugares del mismo Casco, que están dentro de la misma zona protegida por la Unesco, hay elementos de mobiliario que llevan ahí desde los años setenta del siglo XX y que nadie jamás se ha atrevido nunca a retirar o a homogeneizar. Resulta extraño que desde la corporación se haya preferido cambiar luminarias que, si bien dicen que son falsos históricos, están completamente adaptadas al entorno del centro de La Laguna y no se haya pensado en quitar estos mamotretos que aparecen en los alrededores de la Plaza de La Concepción.


En el artículo no se dice para nada qué pasa con las jardineras que adorna el Casco, será porque el proyecto contempla el arbolado (sic) de la calle de San Juan, pero no me extrañaría que el precio, o lo que se paga mejor, fuera desorbitado también. Y conociendo los negocietes de los amigos que se establecen entre productores de plantas ornamentales de temporada, que se cambian cada dos o tres meses en los jardines públicos, y el abuso de los productos fitosanitarios es muy probable que en estas jardineras, el mencionado Andrés por leer por la calle alguna rodilla se ha dejado en ellas, también haya otro tipo de rentas que, por supuesto, pagamos todas y todos.

El Casco Histórico de La Laguna, que podría estar pasando por uno de los mejores momentos de su historia, está en la más pura decadencia cultural, ciudadana y es víctima de un gran proceso de especulación que lo ha sumido en el caos. En un archipiélago donde se hace historia con motivos ideológicos somos muchos los que siempre hemos visto muy largo el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad para este Casco Histórico. Quizá de la avaricia que producen este tipo de títulos proviene su mal más que del equipo de gobierno que, domesticada la oposición con sueldos por dedicación completa a determinados líderes del PSOE, hace y deshace lo que le da la gana en el municipio virtud a una mayoría absoluta de un 26 por ciento del censo que logró gracias a una abstención de un 46 por ciento de las personas con derecho a voto. Quizá la Unesco debería no sólo replantearse el título que en 1.999 otorgó a San Cristobal de La Laguna sino toda su política en este sentido. O eso o que los ciudadanos sigamos pagando los caprichos de algunos.